sábado, 24 de abril de 2010

Indignación e indignidad

Indignación: la de la gente de mi pueblo, la de todos aquellos que no pueden entender de ninguna manera cómo se hunde cada día más Totana en el cenagal donde la han arrojado los responsables del gobierno municipal. Las personas con sentido común, sin adhesiones incondicionales a ningún partido, la gente de la calle están espantadas con lo que está ocurriendo en mi pueblo, con la actitud déspota e irresponsable del alcalde, con la ruina económica, la degradación y el desmoronamiento progresivo y gravísimo que le están infligiendo. ¿Cómo es posible que entre los doce concejales del PP no haya nadie responsable, lúcido y coherente que, sabiendo lo que ocurre, no ponga coto a la situación? ¿Es que Andreo les tiene chantajeado con algo? La gente no lo entiende, no lo entendemos... Y consecuencia de todo esto es la desazón, el malestar y la indignación creciente de un pueblo que es dócil y paciente, pero del que Andreo y los concejales del PP están abusando, y todo tiene un límite.

Indignidad: la de Andreo que, después de dos meses de cárcel, de estar imputado por más de una decena de delitos gravísimos, después de haber dilapidado la hacienda municipal, de ser el alcalde nefasto y horrendo que pasará a la historia negra de nuestro pueblo como el peor gobernante que jamás tuvimos, después de gastar el dinero público en comilonas, en revanchas políticas, en pagar abogados para le defiendan de sus desmanes o para azuzarlos contra la oposición, después de mentir sistemáticamente a los vecinos, de inventar todo un sistema propagandístico para engatusar y confundir pero pagado por todos los totaneros, después de haber provocado la fractura social, económica y política de este pueblo, después de todo esto tiene la desvergüenza política de presentarse como un manso cordero, pero con la doblez y la esquizofrenia del lobo disfrazado, ante todos los pacíficos vecinos de este pueblo. Andreo ha sido el gran manipulador de Totana, es todavía lamentablemente y hasta que no haya valientes y coherentes entre los concejales del PP, el alcalde de mi pueblo. Estas son las limitaciones del estado de derecho, que asumo con tristeza; pero confío en que, aunque tarde, todavía quede alguien entre la derecha que se sienta en el Pleno con sentido común para reconducir la situación y poner a este alcalde indigno donde le corresponde. Si alguien diera el paso, que no dude que estaremos ahí para asegurar la gobernabilidad.