domingo, 21 de febrero de 2010

Miente, que algo queda.

El pasado viernes el alcalde volvió a ejercer de embustero y liante al afirmar delante de la asamblea de trabajadores que él mismo había convocado, que el PSOE había planteado un ERE en el ayuntamiento para despedir a 115 trabajadores. Andreo miente como un bellaco sin que se le mueva ni un solo pelo; no tuvo ningún empacho en decir que nosotros queremos despidos y los de IU quieren que se les baje el sueldo a los trabajadores. ¿Cómo es posible que tenga tanta desvergüenza política? Conociéndolo ya en la intimidad, como llegamos a conocerlo leyendo las transcripciones de las conversaciones telefónicas que le intervino la Guardia Civil, ya nada nos extraña. Andreo es un político irresponsable, sin ética ni escrúpulos que está dispues a lo que sea con tal de conseguir sus objetivos; fue genial epígono de Morales y lo es también, sin saberlo claro está, de Niccolò di Bernardo dei Machiavelli.

Andreo vuelve a jugar con los sentimientos, con el pan y con el futuro de la gente. Vuelve a presentarme como el hipotético peligro de los que trabajan para el ayuntamiento, como ya lo hizo de aquellos que confiaban en vender su pedazo de tierra para un convenio urbanístico. Entonces la jugada le salió bien y aquellos vecinos le creyeron y le brindaron su confianza; pero el tiempo pone a cada uno en su sitio, y el que tanta promesa hizo, el que se presentó como el desarrollo y el futuro de tanta gente, ha resultado ser un auténtico fraude. Espero que los trabajadores municipales no pierdan la trayectoria del personaje de vista, porque es bastante ilustrativa de con quién se juegan los cuartos, de a quién le tienen que otorgar su confianza.

Llevo mucho tiempo diciendo que el alcalde ha jugado sucio en política; él y su pequeño círculo de propagandistas han querido tramar una red clientelar para asegurarse el futuro político. Sin embargo su sueño se ha derrumbado como un castillo de naipes y, su particular sueño de la lechera, comenzó a venirse abajo primero con el tropezón de la Tótem, después con la crisis económica de Totana que se incrementa exponencialmente respecto a la española. Con Andreo no tenemos futuro; sigue mintiendo descaradamente, pero estoy convencido de que no impunemente, porque se puede engañar a alguien varias veces, pero no se les puede engañar eternamente. Estoy convencido de que acabarán cogiendo antes a este embustero compulsivo que a un cojo; los totaneros no somos tontos y ya no les va a valer el "miente que algo queda...".