viernes, 26 de febrero de 2010

El alcalde está desnudo

Seguro que recuerdas aquel cuento infantil en el que un emperador arrogante y descerebrado que quiso llevar el más ostentoso vestido y que fue objeto de la burla más cruel al ser engañado por unos pillos que lo engatusaron vendiéndole a precio de oro un traje inexistente, pero que los necios no podían ver. Los arrimados al emperador, e incluso el pueblo, aunque veían al pobre hombre en pelotilla picá, ninguno se atrevió a denunciar la evidencia, para no hacer patente su necedad. Sin embargo un niño gritó sin pudor y sin ningún tipo de condicionante: ¡pero si va desnudo!

Estos días en los que las turbias aguas municipales están especialmente alborotadas y revueltas, me he acordado de esta historia al ver el silencio de la asamblea de trabajadores cuando el alcalde les enseñó el viernes pasado "su traje" o lo que es lo mismo les insinuó las intenciones que apretar el cinturón (en este caso tal vez sería más conveniente hablar de la soga alrededor del cuello) de tantos trabajadores públicos.

Y para colmo, después de tanta jugarreta, después de que les debe el plan de acción social de todo 2009, después de tanto ruido pero tan pocas nueces, les pide confianza. Les asegura que está muy preocupado y trabajando duro para solucionar los problemas. Estoy absolutamente seguro de que en el fuero interno de cada profesional que cobra del ayuntamiento, nadie, ni siquiera los suyos, ya le creen. La desconfianza y el recelo, además de la propaganda y los fuegos de artificio, es el terrible monstruo que ha ido alimentando y haciendo crecer el alcalde y que, al final como en el mito de Shelley, acabará destrozando a su artífice.

Sin embargo lo preocupante es el silencio de los trabajadores; aunque a esto habría que hacerle algunas puntualizaciones, porque en petit comité sí que se expresan y además saben perfectamente el estilo mafioso y vengativo de quien les controla y, por tanto, se guardan bien de que les fichen o de que les saquen en la foto. Como ocurrió en el cuento, en el que nadie se atrevía a decir al emperador que iba desnudo, en este ayuntamiento se vive con mucho miedo; la ambigüedad, la tibieza, el que no te identifiquen con los otros, el silencio es fundamental para supervivir sin acoso. Pero creo que quien así actúa se equivoca, porque no se puede vivir amedrentado toda la vida; porque la libertad es imprescindible para convivir; porque hay un refrán que dice que "cuanto más te agachas, más se te ve el culo...".

Estoy convencido de que, aunque sea in extremis, los trabajadores reaccionarán. Sé que hay gente honesta y limpia que como el niño del cuento serán capaces de renocer la evidencia sin sonrojo, porque ya está bien del humo del alcalde que intoxica y asfixia, pero que también se difumina con la misma facilidad; sin duda habrá trabajadores que sean capaces de gritar aquello del cuento, de que "el alcalde está desnudo".